Inteligencia Emocional: qué es y cómo podemos mejorarla

Las emociones forman parte de nuestro ser. Impregnan todas nuestras acciones y están siempre presentes para dirigirnos en el camino de la vida. Sabiendo entonces el papel tan importante que tienen en nuestro día a día, es extraño que durante tantos años la Inteligencia Emocional haya pasado algo desapercibida para la psicología y el estudio de la mente y el cerebro.

¿No sabes que es la Inteligencia Emocional y cómo puede mejorar tu vida y tus relaciones si la trabajas adecuadamente? En el artículo de hoy te daré todas las respuestas a estas preguntas y algunos ejercicios que puedes realizar para aumentar desde hoy tu Inteligencia emocional. ¿Estás preparado para iniciar un viaje de autodescubrimiento absolutamente revelador?

¿Qué es la inteligencia emocional?

Para dar una definición de Inteligencia Emocional lo más exacta posible, primero es necesario conocer a qué nos referimos cuando hablamos sobra la inteligencia humana.

Hace muchos años se creía que la inteligencia tenía que ver únicamente con las capacidades lógicas y matemáticas de las personas. Si realizabas un test y tu CI (coeficiente intelectual) era alto o por encima de la media, eso significaba que eras muy inteligente.

Por suerte, las investigaciones por lo que respecta al estudio de la mente y la psique han evolucionado muchísimo con el tiempo. Finalmente, esta teoría de la inteligencia única ha quedado totalmente obsoleta, apareciendo otras mucho más interesantes cómo la de Howard Gardner.

Este profesor de Harvard formuló la célebre Teoría de las Inteligencias Múltiples, una hipótesis que en su momento fue completamente revolucionaria y es la que más peso tiene en la actualidad. Según este principio, existen hasta 8 tipos de inteligencia distinta, cada uno dedicada a unas funciones concretas del ser humano. Sin embargo, las dos que más nos interesan son la interpersonal y la intrapersonal, que juntas conforman lo que conocemos como Inteligencia Emocional.

¿Y de dónde salió este término? Pues aunque el concepto fue utilizado por primera vez por Peter Salovey y John Mayer en 1990, fue Daniel Goleman quien de verdad le dio la importancia y renombre que se merecía. De hecho, este psicólogo y periodista estadounidense es considerado como el padre de la Inteligencia Emocional y ha escrito algunos de los libros más relevantes e importantes dentro de esta disciplina.

Una vez llegados a este punto, ya nos ha quedado claro como evolucionó todo el concepto de la Inteligencia Emocional, pero, ¿qué es exactamente?

A grandes rasgos podríamos definir la Inteligencia Emocional como la capacidad de entender, canalizar y controlar las propias emociones y las de los demás. Esto no solo nos dará una mejor calidad de vida porque nos sentiremos mucho mejor con nosotros mismos, sino que nuestras relaciones sociales serán mucho más ricas y sanas.

¿Qué tipos de inteligencia emocional hay?

A su vez, la propia Inteligencia Emocional se compone de varios elementos:

  • Autoconocimiento emocional (o autoconciencia emocional): según Daniel Goleman, este punto se refiere a todo lo que tiene que ver con el conocimiento de nuestras propias emociones y estados mentales, y cómo estos pueden afectarnos a nuestro día a día. Por ejemplo, cuando nos sentimos decepcionados con alguien y este enfado nos afecta en otros ámbitos de nuestra vida. El autoconocimiento nos ayuda a explorar este estado mental y entender por qué nos sentimos de esa forma. También si nos encontramos alterados por un suceso en concreto, y sabemos que este tipo de emociones no nos hacen ningún bien y nos vuelven impulsivos, nuestro autoconocimiento nos diría que no tomásemos decisiones precipitadas en este tipo de situaciones.
  • Autocontrol emocional (o autorregulación): tal y como podemos suponer por el propio término, el autocontrol emocional nos ayuda a controlar nuestras emociones y a canalizarlas de una forma sana. Esta es una habilidad que vamos desarrollando con el tiempo ya que cuando somos niños no contamos apenas con ningún tipo de autocontrol emocional. Es probable que un niño se ponga a llorar si le privamos de comerse unos dulces o si se enfada con su mejor amigo. Eso es porque su control emocional no es tan maduro como el de un adulto. Aunque cuando crecemos acabamos por desarrollar esta habilidad, muchas personas son incapaces de controlarse cuando se sienten enojados. Algunos espetan palabras crueles a sus parejas y otros rompen objetos. El autocontrol no pretende reprimir estas emociones, sino canalizarlas de una forma sana.
  • Automotivación: las emociones son un arma de doble filo. Por un lado pueden llegar a ser tremendamente limitadoras, pero por otro, y si las empleamos de la forma correcta, se pueden convertir en la herramienta que necesitamos para cumplir con nuestras metas y objetivos. La automotivación pasa primero por el conocimiento profundo de nuestros propios estados emocionales. Un entendimiento que luego nos servirá para poder aprovecharlos como un empuje motivacional. Por ejemplo, si queremos dejar de fumar, la emoción optimista de que esto nos ayudará a sentirnos mucho mejor y estar más sanos nos puede ayudar a cumplir con nuestro propósito.
  • Empatía (o reconocimiento de las emociones de los demás): aunque el entendimiento y comprensión de las propias emociones es sumamente importante, cuando se trata de relaciones sociales estamos hablando de una cuestión de doble dirección. Para mantener unas relaciones sanas con los de nuestro alrededor, es de vital importancia saber identificar y comprender las emociones de esas personas. La comprensión de las emociones ajenas no solamente reside en el entendimiento verbal, sino en la detección de toda una serie de elementos del lenguaje no verbal como reacciones fisiológicas o gestos.
  • Habilidades sociales (o relaciones interpersonales): todos conocemos a una persona que siempre evita en la medida de lo posible no entrar en conflicto y callarse ante las injusticias. Otros en cambio, tan solo conocen una forma demasiado enérgica de comunicarse, lo que en ocasiones, puede llegar a dañar sus relaciones interpersonales. Estos son los dos extremos de las habilidades sociales: la pasividad y la agresividad. ¿Y cuál es el término medio? La asertividad, la habilidad social más importante de todas y la que hace que nuestra comunicación con los demás sea eficiente. Además, dentro de este grupo también encontramos otras igualmente importantes como es la capacidad de escuchar, la negociación o la capacidad de disculparse.

¿Qué importancia tiene la inteligencia emocional en nuestra vida?

Como ya te he contado al principio, las emociones son elementos que nos guían y están presentes en todo lo que hacemos: en nuestras relaciones personales, nuestras decisiones y las acciones que realizamos día tras día. Parece bastante obvio entonces pensar que una alta Inteligencia Emocional puede beneficiarnos enormemente en muchos aspectos de nuestra vida, pero, ¿hasta qué punto?

Para empezar, según Daniel Goleman, la máxima autoridad por lo que al estudio de las emociones se refiere, desarrollar las habilidades relacionadas con estos elementos es un factor determinante y muy influyente para nuestra salud.

De hecho, las emociones conocidas como “negativas”, aunque Goleman prefiere referirse a ellas como perturbadoras, han demostrado en numerosas ocasiones ser el origen y razón de una infinidad de enfermedades físicas. Por ejemplo, la ansiedad es capaz de desarrollar síntomas psicosomáticos y toda clase de dolencias si esta se mantiene en el tiempo.

También se ha hablado mucho de la Inteligencia Emocional como un factor decisivo para el éxito académico y el buen aprendizaje. Todos sabemos lo complicado que puede llegar a ser concentrarse y rendir cuando una emoción demasiado intensa e interfiere en nuestros pensamientos.

Además, según algunos de los mayores expertos sobre liderazgo y emprendimiento del mundo, un buen líder siempre ha de disponer de los recursos y las habilidades sociales necesarias como para dirigir a su equipo de forma asertiva. Un líder que no es emocionalmente inteligente, nunca podrá llegar a conectar con sus trabajadores.

Obviamente, la relación con nuestro entorno también se verá tremendamente beneficiada si somos capaces de mantener una comunicación fluida, empática y atenta a las emociones de nuestro interlocutor.

Por último, pero no menos importante, la Inteligencia Emocional es vital para llegar a un nivel de autoconocimiento profundo. Saber identificar cómo nos sentimos, por qué nos sentimos así y de qué manera esto nos puede afectar en nuestro día a día es clave para llegar a gozar de nuestra vida con felicidad.

Test de Inteligencia Emocional; ¿cómo podemos medirla?:

A diferencia de la Inteligencia lógica o matemática, la cual se puede medir a través del CI gracias a un test y con un valor numérico, la medición de la Inteligencia Emocional es algo más subjetivo. Sin embargo, existen algunos test que nos podrán dar una idea aproximada de en qué punto estaríamos de Inteligencia Emocional exponiéndonos varias situaciones y evaluando qué reacción tendríamos ante ellas.

En internet existen cientos de página con test interactivos, aunque si quieres realizar una prueba lo más empírica y controlada posible para lograr unos resultados fiables puedes pedirle a un psicólogo o terapeuta especializado en emociones que te haga una.

Estos tests no solo te darán un valor numérico que te servirá para estimar tu nivel global de Inteligencia Emocional, sino que también te indicarán en qué elementos dentro de esta inteligencia estás fallando para poder saber en qué deberías mejorar.

Cómo podemos mejorar la Inteligencia Emocional:

Lo cierto es que hay personas que ya nacen con una gran capacidad emocional innata. Otras en cambio, por distintas circunstancias ya sean ambientales o biológicas, tienen grandes dificultades para identificar las emociones propias y las ajenas.

En ambos casos, siempre existirá un margen de mejora y varios ejercicios que podemos realizar para aumentar y entrenar este tipo de inteligencia:

  1. Escribir un diario: algo tan simple y sencillo como escribir un diario puede ayudar a estar más en contacto con tus propias emociones y lograr entenderlas. No obstante, es importante que el diario no solo explique lo que se hace en el día a día, sino que se deben dar detalles acerca de nuestros estados emocionales y sentimientos. Al escribir, ordenarás y darás forma a tus ideas, y mientras tanto, reflexionarás acerca de tus estados emocionales.
  2. Meditar todos los días: aunque el origen de la meditación es básicamente espiritual, hay muchísimas evidencias científicas que respaldan los enormes beneficios psicológicos de la meditación. Puede que al principio te cueste entrar en este estado, pero tan solo realizando una pequeña meditación diaria de unos 10 minutos tendrás mucho ganado. Cuando te encuentres en un estado así, los pensamientos y las emociones vendrán e irán por tu cabeza y tú deberás aprender a observarlos sin juzgarlos y dejar que fluyan.
  3. Entrenar nuestra escucha activa: el saber escuchar es un factor fundamental en la Inteligencia Emocional. Pero una escucha activa no se basa únicamente en oír las palabras que nuestro interlocutor dice, sino que también es importante analizar todas esas señales no verbales que emite y que forman igualmente parte del lenguaje.
  4. Leer un buen libro sobre el tema: existen muchísimos libros buenos que hablan sobre la Inteligencia Emocional y que son capaces de proporcionarnos las claves necesarias para trabajarla. Los más populares son los de Daniel Goleman, aunque también puede leer a otros expertos a nivel nacional como Pablo Herreros Ubalde o Alberto Ortega Cámara.
  5. Cuenta hasta 10: este es sin duda uno de los consejos más útiles y típicos que nos pueden ayudar a trabajar nuestro autocontrol emocional. Cuando te encuentres ante una situación emocionalmente abrumadora, cuenta hasta 10 antes de tener una reacción desmesurada de la que posteriormente te puedas arrepentir. Esto dará tiempo la parte más racional del cerebro a reflexionar acerca de la situación y tener una respuesta adecuada a la misma.

Como verás, somos seres emocionales y sociales por naturaleza. Usamos las emociones como guía para nuestra vida además de para relacionarnos con los de nuestro alrededor. Es precisamente por esta razón, que disfrutar de una Inteligencia Emocional superior a la media no solo nos ayudará a estar mejor con nosotros mismos, sino que también es un elemento clave en el éxito laboral, social y académico. Así que, ¿a qué esperas para evolucionar y ser emocionalmente más inteligente?

1 comentario en “Inteligencia Emocional: qué es y cómo podemos mejorarla”

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