Síndrome de la cabaña

Después de las diversas experiencias dadas durante el confinamiento, vivimos en una continua incertidumbre ante lo que va a suceder con el desarrollo de la pandemia en un futuro inmediato.

Tras prácticamente un trimestre de confinamiento, nada está completamente claro y  muchas personas experimentan una especie de temor a salir de casa y contagiarse con el virus del covid-19. En diversos círculos, más o menos científicos, se ha empezado a hablar del denominado «Síndrome de la cabaña».

Este síndrome se le llama a la ansiedad, temor, e incluso fobia a salir de casa, que experimentan algunas personas y que estaría relacionada con el miedo a abandonar la seguridad que nos proporcionaba el hogar y el afrontar la denominada nueva normalidad.

Recordemos que el ser humano, ya de «per se», se siente cómodo y seguro en situaciones de sucesos controlables y previsibles.

La pandemia, y con ella la nueva normalidad, son un estado de dudosa controlabilidad y poca previsibilidad. La incertidumbre genera desconcierto y este,  si no se gestiona adecuadamente puede desembocar en ansiedad, fobias y miedos (entre ellos por supuesto el miedo a salir de casa, el denominado «síndrome de la cabaña»).

¿Por qué podemos llegar a experimentar este miedo?

Parece ser que se dan toda una serie de factores predisponentes para que aflore este temor:

  • Son días en los que vivimos en una infoxicación, es decir exceso de información en todos los medios, sobre nuevos brotes, nuevos focos y nuevos casos de infecciones por coronavirus y ello alimenta nuestro estado de alerta y ansiedad ante el virus.
  • El enorme desconocimiento, a nivel científico, que se tiene sobre el propio virus no hace sino incrementar la percepción de peligro y gravedad de la situación y con ello la incertidumbre.
  • La gran cantidad de nosotros, acostumbrados a relacionarnos de manera física, tocándonos, abrazándonos, y con multitud de gestos de roce y cercanía, nos encontramos ahora en una situación en la que ese «modus operandi», ese modo de relacionarnos, que había sido la base de nuestras vidas ha de ser sustituido por la denominada «nueva normalidad», en la que ha cambiado nuestra forma de relacionarnos.
  • El haber estado más de tres meses confinados ha generado en nosotros y en nuestro domicilio u hogar esa «burbuja de seguridad» en la que nos sentimos totalmente protegidos y sin posibilidad de contagiarnos ni contagiar a los demás. Ahora, cuando ha llegado el momento de salir a la calle, debemos de romper esa burbuja, y no todo el mundo se siente capaz de hacerlo de modo adecuado y adaptativo.

El miedo ha sido nuestro gran aliado

El miedo, que ahora sienten algunas personas a volver a enfrentarse a la calle, ha sido el gran aliado durante la época de máximo apogeo y estabilidad de la pandemia. Emoción, que nos ha ayudado a adoptar las medidas adecuadas y protegernos a nosotros mismos y a los demás.

Nos ha llevado a quedarnos en casa, a confinarnos y tomar toda una serie de medidas sanitarias y de protección para evitar el contagio y contagiar a los demás.

Sin embargo, ahora ese mismo miedo, es el que nos impide volver a la calle y comenzar a vivir en la denominada «nueva normalidad».

La vuelta a la calle no es sencilla pero requiere de un proceso gradual y progresivo a través del cual iremos haciendo frente a ese miedo para empequeñecerlo y superarlo.

¿Qué puedo hacer para superarlo? El miedo como un gran recurso de superación.

Como emoción humana que es, el miedo, se trata de algo personal e intransferible, no va a ser el mismo miedo el que siente un niño que el que pueda sentir un adulto, e incluso adultos en el mismo rango de edad.

Como vemos, cada persona experimenta el miedo de una manera diferente y lo gestiona de un modo más o menos adaptativo.

  • El miedo es adaptativo cuando ayuda a afrontar la nueva situación. O bien puede ser inadaptativo, cuando actúa como un obstáculo o barrera que nos dificulta la adaptación a la nueva normalidad.
  • Cada persona podemos utilizar el miedo como un recurso de afrontamiento ante la nueva situación, por ejemplo; tomando todas las medidas de precaución que se nos indique desde sanidad.
  • A nivel práctico nos serviría dejar de infoxicarnos, dejar de buscar o atender selectivamente a todas aquellas informaciones referidas al desarrollo y evolución de la pandemia, nos es suficiente con oír las noticias o verlas una sola vez.
  • Volver a las “situaciones pre-confinamiento” en la medida de lo posible, a vernos en persona, respetando siempre las medidas de seguridad, quedar con nuestros amigos, familiares o allegados y recuperar aquellas actividades que se realizaban antes del confinamiento, cómo pueden ser determinados deportes, vuelta a los gimnasios, a esas charlas en las terrazas, etc.

Tomar clara conciencia de que el miedo va a ser ahora nuestro aliado, va a ser el recurso más preciado y el que nos recuerde constantemente que tenemos que tomar todas las medidas adecuadas.

Sería básico y deseable que fuésemos saliendo a la calle y recuperando las actividades que pudiésemos de modo progresivo y gradual y no tratar de hacerlo de modo contundente y sin ningún tipo de organización.

Gestionar de modo adecuado todos esos aprendizajes que hemos adquirido durante la etapa del confinamiento, compartirlos con los demás y sobre todo, tener claro que cada persona necesita su tiempo para adaptarse a las nuevas situaciones y demandas que la sociedad nos va a exigir.

Hacer el regreso poco a poco, aceptando y gestionando de modo adecuado esas nuevas exigencias y emociones que emanan de la nueva normalidad y superar definitivamente el “Síndrome de la Cabaña”.

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